Uno de los vecinos más antiguos del distrito falleció a los 78 años de edad. Su amor por la música y el Lechero: “Ver a Suárez en la B nacional sería mi último gran deseo”, había afirmado en diálogo con Ezeiza Hoy hace cuatro años. El adiós a un grande.
El miércoles Roberto Caturini (78) pasó a la eternidad. Su bondad y simpatía hicieron de este histórico vecino, quien nació a una cuadra de la cancha de Tristán Suárez y vivió toda su vida en el distrito, una figura entrañable cuya partida generó un profundo dolor en todos aquellos que lo conocieron. ”Siempre te recordaré de esa manera, regalando alegría y buena música”, afirmó el Intendente interino de Ezeiza, Gastón Granados, quien compartió en sus redes un video del “Abuelo” tocando una melodía con su infaltable acordeón.
En 2016, Ezeiza Hoy dio a conocer la historia de Roberto Caturini, quien pasaba sus días en el “Atelier del abuelo”, denominación ideada por él mismo, la cual hacía referencia a un local ubicado debajo de las tribunas del estadio 20 de Octubre en donde se dedicaba a la confección y pintura de carteles. Además, Caturini se dedicó durante años a la música, e hizo de su acordeón un instrumento mágico del cual salieron múltiples interpretaciones reconocidas por todo aquel que alguna vez lo conoció.
Solidario y servicial, el “Abuelo” fue un personaje imposible de no conocer en la localidad suarense, y junto a la música vivió al máximo su otra gran pasión, el fútbol: tal es así, que integró la comisión directiva de Tristán Suárez, institución de la cual era hincha y a la que vio tanto nacer como crecer. En aquella nota con este medio, Roberto recordó con gran alegría la jornada en la cual el Lechero obtuvo su primer ascenso.
“Fue algo espectacular y grandioso que no se me olvida nunca más. Ascendimos y nos fuimos en caravana por la ruta 205 hasta la plaza de Monte Grande, la alegría fue terrible, uno de los más lindos momentos que viví no solo en el fútbol, sino en mi vida” .
Por aquel entonces, sin saber cuánto tiempo más viviría, reveló su último gran anhelo en términos deportivos, esos que también hacen a nuestra existencia: “Ver a Suárez en la B nacional sería mi último gran deseo”.
No pudo ser en vida, pero el plantel de Tristán tiene un motivo más para dejar todo en estas semanas decisivas para el club: regalarle a “Catu”, como también era llamado, el soñado ascenso para que su acordeón suene en el cielo y siga llevando alegría.