Semillas, legumbres, hierbas medicinales y frutos secos a granel se mezclan entre fotos, banderas de argentinas y recuerdos de estos 47 años en los que La Simbólica, ubicada en Tristán Suárez, supo tener sus puertas abiertas a pesar a las fluctuaciones económicas propias de nuestro país.
Jorge y Claudia son sus dueños y quienes atienden todos los días a los vecinos y vecinas que eligen sus productos. Con un surtido incomparable, este negocio de venta a granel y dietética brinda a sus clientes desde almidones hasta productos de repostería, casi todo “suelto”, lo que abarata los costos de comercialización.
La Simbólica es famosa por tener las tutucas más frescas y crocantes de todo el distrito y por la calidez con la que sus dueños reciben a sus clientes, que no solo acuden para hacer compras, sino que también van a charlar y a pasar un rato ameno mientras eligen que llevar.
En una charla exclusiva con este medio su dueño Jorge Ravone, quien además es profesor de historia, nos contó entre otras cosas cómo fue el surgimiento de este sitio que ya es parte de la historia viva de Ezeiza.
- ¿Cuándo se fundó La Simbólica y por qué decidieron llamarla así?
El 24 de marzo, una fecha triste para los argentinos, van a ser 47 años que abrimos el local y vinimos a vivir a Tristán Suárez, pues nosotros éramos de Banfield. En ese momento formábamos parte de una cadena que se encontraba allí y que se llamaba La Simbólica, por eso mantuve el nombre, ya que era el mismo de la bodega y de la frutícola que nos proveía todas las legumbres, frutos secos y los vinos. Don Manuel Salgado era el dueño de la bodega en ese momento y me dio una gran mano debido a que no teníamos una moneda partida al medio. Por lo tanto, como señal de agradecimiento y a su vez por la trayectoria que tuvo La Simbólica, le dejé ese nombre
- Durante este casi medio siglo que llevan adelante, ¿tuvieron siempre la misma locación?
El primer local fue sobre la Ruta 205, donde hoy está el polo policial, en un Tristán Suárez muy chiquito, con pocos negocios y un aspecto propio de una aldea de campo. En ese tiempo funcionaba La Tarantela en todo su esplendor, fabricando una de las mejores ricotas y mozzarellas del país. Al poco tiempo me pasé a un local contiguo un poco más cómodo. Tiempo después a la esquina de la Ruta y Belgrano, frente a La California, hasta el 97 que me empezó a ir mal no solo a mí, sino también al país. En aquel entonces ya se veía la debacle de la mentira del uno a uno y en lo que iba a terminar ese proceso de dolarización y de destrucción del aparato productivo nacional, de las industrias, del trabajo, de la flexibilización laboral y de todo lo que trajo aparejado la aniquilación del sistema ferroviario, por eso decidí mudarme a un local más alejado del centro a la calle Las Margaritas, casi esquina Escalada, y estuve dos o tres años pero no me fue bien.
- ¿Por qué ocurrió eso?
Sufrimos una serie de robos que prácticamente nos mandaron al fondo del tarro. Hasta que me mudé en donde estamos actualmente, Fariña al 32, puse una heladería “Pirulo”, pero con los cortes de luz y otras cuestiones desfavorables volví a vender suelto ya que fue una época muy mala económicamente hablando y la población fraccionaba sus compras lo más que podía.
- ¿Cómo atravesaron las distintas crisis económicas?
Mucha gente joven no lo recuerda, pero nosotros vendíamos fideos de a cuarto kilo, un cuarto litro de aceite que servía para cocinar en el día, he pasado por todos los avatares económicos que tuvo la Argentina y fueron momentos complejos. Desgraciadamente cuando vivimos mejor no se supo valorar y con Macri nuevamente volvimos al proceso de destrucción del país y hoy estamos en esta realidad económica que recién empieza, que para mí es la continuación del proceso de destrucción de lo poco que nos queda en cuanto a recursos naturales, el aparato productivo y empleo en la Argentina. Así que, en síntesis, lo hemos visto y sufrido todo. Somos el único negocio antiguo con las puertas abiertas ya el Barato Argentino, la Ferretería de Los Bortoli, la panadería de Luis Rey, son negocios que no existen más, aunque gracias al municipio y la comisión del Museo de Tristán Suárez recreamos nuevamente la ferretería y hoy es parte de la historia de nuestro pueblo.
- Desde tu visión de profesor de historia y comerciante: ¿cómo ves el futuro de tu comercio y de los negocios de Ezeiza en general?
Según mi punto de vista el panorama no es muy alentador; yo voy a cumplir en julio 69 años y viví diferentes procesos económicos, ya sabemos que este tipo de programa económico que plantea el gobierno actual no funciona, de manera que se aproximan tiempos complejos para el comercio, la industria, la economía en general y sobre todo para la gente más vulnerable. Van a haber comercios que sobrevivan, otros que no lamentablemente, pero espero que La Simbólica sea uno de los que sigan en pie. Nos hemos ganado un lugar importante por lo que son nuestros productos y la manera de atender al cliente, así que deseamos seguir el camino a los 50 años que sería algo histórico.