
El joven de 27 que compite en lanzamiento de bala adaptado firmó una actuación para el recuerdo en la 31 edición de los Juegos Bonaerenses pese a haber estado muy cerca de no viajar. "Sigo con la ambición de mejorar constantemente y lograr nuevas alegrías como la de este año”, afirmó.
Cuando Leonel Guinther volvió al Hotel Guerrero en el que se hospedó la delegación de Ezeiza durante los Juegos Bonaerenses 2022 con su medalla de plata recibió una ovación unánime. No es para menos: este joven de 27 años que compite en atletismo adaptado rompió un récord personal y mostró una vez más que con sacrificio y perseverancia los sueños se cumplen.
Como si fuese pergeñado por un director de cine, el guion de Leonel este año fue de película. Es que su llegada a Mar del Plata esta vez no fue directa: en la etapa regional, finalizó segundo y de esa manera todo indicaba que no estaría en la ciudad feliz para participar por décima vez del máximo evento del deporte provincial. Tenía una espina clavada.
Sin embargo, la baja de quien había salido primero le abrió la puerta a un nuevo baile. Guinther entró por la ventana y se convirtió en uno de los deportistas que más viajó a los Juegos Bonaerenses en representación del distrito. El cambio de planes a último momento lo hizo llegar quizás sin el entrenamiento ideal, pero con la ambición de volver a dar pelea como cada vez que compitió.
“Una vez que llegué a Mar del Plata mi primer objetivo era superar mi marca, y si se podía meter podio muchísimo mejor”, detalló. Hasta ese entonces, quien se destaca en lanzamiento de bala ostentaba un récord promedio de 3,60 metros.
Entrenado por Marcelo Páez, referente en el distrito tanto en atletismo convencional como adaptado, fue uno de los últimos en competir en las inmediaciones del estadio José María Minella. Llegó con la tranquilidad de tener en su espalda cuatro oros, pero también con dudas lógicas: es que este año se mezclaron personas en sillas de ruedas y quienes lanzan desde un taburete, que es un banco con mayor altura.
“Antes lanzaban por un lado desde la silla de ruedas y por el otro desde el taburete. Eran dos podios diferentes y esta vez me tocó tirar desde el taburete, era una desventaja, por eso estoy muy orgulloso de superarme”, explicó quien reside en Ezeiza.
A pesar de ello, uno de los tres lanzamientos de Leonel alcanzó los 3,90 metros. No solo rompió su mejor marca, sino que logró finalizar segundo y obtener la medalla de plata. El abrazo con Marcelo, con quien había comenzado a prepararse desde febrero, su madre y cada integrante de la delegación una vez que se colgó la medalla de plata fue uno de los momentos más emotivos de la edición 31 de los Bonaerenses.
Claro está, el aspecto grupal es algo a cuidar en toda competencia que se extiende por varios días. En esa línea, señaló: “La convivencia con la delegación fue hermosa porque como siempre digo la esencia de nuestro municipio es la unión, todos siempre alentándonos, preguntándonos cómo nos fue en cada disciplina. A mí siempre me ayudaron con el tema de los escalones al ingresar al hotel, fue otra experiencia hermosa y destacó sobre todo la solidaridad, el amor y la alegría que nos teníamos entre todos”.
Si bien alcanzar una décima participación y romper un récord personal pueden parecer motivos suficientes como para relajarse o hasta cerrar una etapa, a Leonel los desafíos no se le acaban.
“Soy realista y hasta que no vuelvan a poner las categorías como eran antes, es decir separar gente que tira en silla de ruedas por un lado y taburete por el otro, es difícil lograr la de oro. Pero siempre mi primer objetivo es superar mis marcas, el segundo entrar al podio y tercero sería buscar el oro. Sigo con la ambición de mejorar constantemente y lograr nuevas alegrías como la de este año”, concluyó.























