
En el mítico restaurante de la calle French al 107, la cantante y profesora de música Julieta Guevara, acompañada del anfitrión Marcelo Ríos, homenajearon a Carlos Guevara, un cantante local que supo forjar una carrera musical llena de amigos y alumnos que siguieron sus pasos.
El lugar elegido para una noche mágica fue el salón ubicado en el interior de la Estación O’Higgins. No fue casualidad que su hija Julieta se inclinase por ese sitio, ya que ese escenario fue el último al que se subió Carlos Guevara el 16 de julio de 2012. Poco después de haber dado uno de sus tradicionales shows y de conversar con su amigo Marcelo como lo hacía siempre luego de cada función, partió de este mundo para dejar la más hermosa de las herencias: el amor por la música.
Ríos lo recuerda con lágrimas en los ojos, por ser la última persona que estuvo junto a él antes de su deceso: “De saber que no lo iba a iba a ver más, le hubiese invitado otro café”, se lamentó.
Pese al dolor por la partida de Guevara, los artistas, alumnos y alumnas tanto de su hija como de su amigo Marcelo quisieron recordarlo de la mejor manera: haciendo música. Por tal motivo, el grupo de chicos y chicas de todas las edades que integran la academia de Julieta exhibieron lo aprendido durante varios meses de trabajo y dedicación. No faltaron los nervios, pero con el correr de los minutos las inquietudes se diluyeron.
Antes de empezar con el homenaje Marcelo, dueño de la Estación O’Higgins tradicionalmente conocida como “la esquina de la familia y de los artistas”, se hizo cargo del micrófono y dio el puntapié inicial. Todo comenzó con chistes y anécdotas que animaron al público presente a pedir por los primeros temas que fueron interpretados por el propio Ríos, para luego invitar a Julieta a cantar a dúo. El público ovacionó a la pareja.
Concluida la exhibición de los cantantes profesionales, llegó el momento de los amateurs: en primera instancia fue el turno de Emma y Arami- de 8 y 5 años respectivamente- quienes cantaron canciones de la película Coco, un film que resalta la importancia de los seres queridos que ya no están. “Recuérdame” sonó bajo las dulces voces de las pequeñas alumnas de Julieta, y los comensales no pudieron evitar emocionarse.
Más cerca de la medianoche, tuvieron lugar los adolescentes que integran la academia: Agustina, Juliana y Karen le pusieron ritmo a la noche con cumbias y canciones pop, en tanto que para finalizar los más grandes, Juan y Andrea, interpretaron rocanroles y baladas. Los espectadores se mostraron predispuestos no solo a aplaudir, sino también, a cantar cada uno de los temas que expusieron los alumnos y las alumnas de Julieta.
El cierre nocturno estuvo a cargo de la hija del inolvidable Carlos Guevara, quien aseguró estar muy nerviosa porque hacía varios meses que no se subía a un escenario. Sin embargo, sacó toda su energía para brindar un cierre tal como su padre lo hubiese soñado.
La Estación O’Higgins es uno de los restaurantes más populares de Ezeiza, en el que cada sábado distintos artistas locales se presentan ante los comensales. Bajo un ambiente muy familiar, sus mesas están siempre llenas con personas de todas las edades. Su menú es amplio y variado; desde pizza y hamburguesas, hasta pastas y cazuelas, todo a precios muy accesibles y con porciones abundantes para poder compartir.
Si bien Marcelo no es oriundo de la zona, supo encontrar en Ezeiza un hogar. “Desde el primer momento que vi el local tuve una corazonada”, aseguró quien se convirtió en dueño del espacio en el 2009, y que luego de recorrer varias localidades para montar su propio restaurante, eligió este distrito: “La calidez humana y artística que hay en Ezeiza es increíble, de manera que nuestro escenario está disponible para cada artista que desee ponerle color y música a las noches”, concluyó.























