
Erica Echilley obtuvo el segundo premio en el certamen Osvaldo Bayer organizado en forma conjunta entre Chile y Argentina, que le permitió además la inclusión de su narración “Estrépitos” en una antología en papel que fue presentada en la Feria del Libro.
El nombre de Érica Echilley ya no es uno más dentro de la literatura distrital. Aquella joven, hoy también docente de escuela, que se hizo conocida en 2020 al obtener una distinción en un concurso internacional en plena pandemia lo volvió a hacer, esta vez, en el certamen Osvaldo Bayer organizado en forma conjunta entre Chile y Argentina, en el que consiguió un segundo premio que además permitió la inclusión de su texto en una antología que estuvo presente en la Feria del Libro.
La presencia dentro del jurado de la reconocida escritora Claudia Piñeiro, junto al tema “Luchas de ayer y de hoy”, fueron las principales motivaciones que llevaron a Érica a inscribirse. Su relato, Estrépitos, que tambalea entre la alegoría y el realismo, es una ficción que alude a la represión policial desarrollada en la Argentina entre los años 2001 y 2002, con el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki como principales referencias.
“El cuento pone de manifiesto esa situación del pueblo en la calle porque tenía hambre, y cómo responde la policía de aquella época a esa situación. Por eso, se narra la historia de dos hermanos que forman parte de una represión en el puente de Avellaneda, de un chico y una chica que, en este último caso, es docente en el futuro y traslada esa lucha a las aulas, que es a su vez, un lugar de resistencia”, relató en diálogo con Ezeiza Hoy.
La potencia de la narración generó el impacto suficiente como para obtener el segundo puesto. “Estaba convencida de que no iba a ganar nada, como cada vez que escribo, pero me lleve una hermosa alegría y mi vida cambió mucho”, afirmó Echilley. Es que el otro gran premio fue la inclusión de su texto en una antología en papel que fue presentado en mayo en la Feria del Libro, evento al que asistió como invitada y obtuvo un diploma.
Uno de los grandes interrogantes que movilizan a Érica es qué hacer con la literatura, y cómo darle voz a quienes no la tienen: “Me parece interesante poner el foco en aquellos espacios donde no da la luz. En mi adolescencia, la literatura no me hizo sentir identificada nunca, no me sentía representada, no hablaba de mí. Creo que su poder radica en la capacidad de transformar, criticar y denunciar, algo que trato de hacer cada vez que me siento a escribir”.
Desde su lugar de docente en tres instituciones educativas del distrito, quien realizó la secundaria en la Media 4 busca estimular el pensamiento crítico en sus alumnos y poner sobre la mesa discusiones vinculadas a problemáticas profundas que atraviesan a la sociedad como el feminismo y el ambientalismo.
“Los adolescentes de hoy me enseñan todos los días que siempre hay algo más que visibilizar. La docencia te abre la cabeza y me hace ver que aún existe mucho por contar”, concluyó.























