Impulsada por Ariel Matas, se trata de una escuela de fútbol que integra a través del deporte a niños, jóvenes y adultos con Síndrome de Down. "Lo que buscamos es desarrollar la autonomía personal", afirmó. 

Amor, paciencia, contención, dedicación y respeto. Todas estas palabras definen a la perfección el clima que se vive los miércoles por las tardes en el club Nuevo Horizonte, ubicado sobre la calle Diego Laure a pocas cuadras de la estación de Ezeiza, cuando los dos equipos de Cora Futsal llevan adelante sus entrenamientos. Se trata de una escuela de fútbol para chicos con síndrome de down que abrió sus puertas el 20 de enero del 2021 y que no para de crecer.  

El proyecto tuvo su génesis en plena pandemia. La cuarentena dio espacio a nuevas propuestas y una de ellas fue la conformación de un espacio que integre a través del deporte a niños, jóvenes y adultos con síndrome de down. La idea, innovadora en el distrito, fue impulsada por Ariel Matas, profesor de educación física y director técnico de futsal y fútbol 11. Actualmente, cuenta con el acompañamiento de Florencia Hidalgo, también profesora.

“Lo que buscamos es desarrollar mediante lo deportivo la autonomía personal. Lograr que despeguen un poco de las familias, algo que varía según el entorno, la inseguridad que pueda haber, pero queremos que se inserten de lleno en la sociedad”, aseguró Ariel en diálogo con Ezeiza Hoy.

Aquel primer entrenamiento tuvo lugar en las instalaciones del Club San José de La Unión. Hoy, ya en Nuevo Horizonte, existe “Cora Kids” para menores de 13 años y “Cora Adultos” para mayores de esa edad. Lo que en un principio era un entrenamiento muy reducido hoy cuenta con una gran cantidad de chicos que se han sumado por diferentes vías.

“El proceso de reclutamiento es variado. Algunos vienen por sus propios medios porque se enteraron de la escuela en Instagram, por sugerencia de los padres o muchas veces nosotros mismos paramos a personas con síndrome de down en la calle y les recomendamos el espacio”, reveló.

El desconocimiento, en todo orden de la vida, genera muchas veces conceptos erróneos en la población. Lo que ocurre con las personas que tienen este trastorno genético no es la excepción.

“Hay una mirada errónea y muchos prejuicios sobre ellos, pero no son angelitos ni pobrecitos; son personas que tienen una alteración cromosómica y que requieren una mayor paciencia como ocurre con los chicos en el colegio que quizás aprenden un tema más rápido que otros. Todos tenemos procesos distintos y eso es lo que hay que entender”, afirmó Matas.

En ese orden, ponderó la necesidad de “no subestimarlos”, así como la importancia de su estimulación en diferentes actividades a temprana edad. “He conocido a personas con síndrome de down trabajando en el municipio de Cañuelas sin ningún problema, también he recibido atención en restaurantes o he visto a otros con la misma patología dar charlas muy interesantes en los Juegos Bonaerenses”.

Precisamente, el equipo de Cora Futsal adultos clasificó durante dos años seguidos a la fase final del evento deportivo más grande de la provincia bonaerense. Este hito, que le valió a Ezeiza contar con representación en esta disciplina, les permitió a sus integrantes vivir una experiencia soñada en la ciudad feliz.

En 2022, el año del debut, el combinado local no pudo sumar triunfos, aunque en 2023 ya obtuvo su primera victoria. Ahora, el objetivo es otro: “Mi sueño es que podamos ganar una medalla en Mar del Plata. Hemos sumado cuatro refuerzos muy importantes que le han dado un salto de calidad muy grande al equipo. Con ganar dos partidos de los tres correspondientes a la fase de grupos nos volveríamos híper felices, pero soñamos con la medalla”, expresó.

Un aprendizaje permanente y un proyecto superador

“Yo aprendí de ellos a desarrollar más la paciencia y la tranquilidad de poder charlar sin que te corra el reloj. El tiempo de los chicos es diferente al de las personas sin síndrome de down, entonces creo que desarrollé más la escucha. También aprendí mucho más sobre compañerismo y compromiso, ellos esperan mucho su entrenamiento semanal, entonces cuando llega el momento hay que dejar de lado cualquier problema personal y salir a la cancha con toda la energía”, sostuvo.

Una de las mayores satisfacciones, según detalló, “es ver que se superan a ellos mismos y logran cosas que les llevó un gran esfuerzo”. Como contrapartida, aunque aclaró que nunca le ocurrió, señaló que lo más difícil es cuando se produce un retroceso emocional o “verlos llorar por algún motivo familiar”.

Además de la medalla en los bonaerenses, Ariel mencionó otro proyecto en mente que planea poner en marcha muy pronto: “Vamos a salir por Ezeiza para encontrar personas en situación de calle y con los chicos de Cora producir alguna comida como paliativo para que puedan tener algún alimento en el invierno. Mi deseo es que los chicos con síndrome de down puedan vivir ese momento tan lindo que es ayudar al otro”, finalizó.