
En 2011, Aníbal Lotocki sentenció a muerte a la modelo y actriz Silvina Luna. Durante una operación estética, el médico, que ejerce como cirujano plástico, hizo mala praxis y le inyectó metacrilato y le provocó hipercalcemia e insuficiencia renal. Este jueves 31 de agosto, el cuerpo de Silvina no soportó más y se fue de este plano sin Justicia.
La justicia no salvó a Silvina Luna y sigue sentenciando a más personas. Con la muerte de la modelo, ya son cuatro los pacientes que se operaron con él y perdieron la vida.
¿Cómo con una "inhabilitación provisoria" para el ejercicio de la medicina y una condena a cuatro años de prisión siguió operando y envenenando personas? ¿Cómo la justicia no escuchó a las víctimas y sólo ‘en nombre de las leyes’ permitió que siga destruyendo vidas?
La Justicia reafirmó una vez más que es lenta para condenar a los culpables pero rápida para darles beneficios. Como permitió que Lotocki mate en un consultorio también permite que los condenados entren y salgan de la cárcel sin cumplir sus sentencias. Hoy 9 de cada 10 muertes por ocasión de robo son cometidos por personas que reinciden.
Como en muchos casos, Lotocki continuó en libertad porque la pena no quedó firme tras decenas de apelaciones por parte de su defensa. Todavía la Cámara Nacional de Casación Penal no revisa su condena. Mientras tanto siguió operando y puso en riesgo vidas.
Silvina Luna murió sin escuchar a la Justicia sentenciar a su homicida, ¿Acaso debe haber muertes para que los están sentados atrás de un escritorio tomen cartas en el asunto? Los jueces no resisten la exposición mediática y son obligados a hacer lo que siempre debieron hacer: garantizar Justicia.
¿Debe ser el precio de la vida humana el que hay que pagar para que la Justicia se entere que tiene tareas pendientes? ¿Es incapacidad o es complicidad? ¿Cuándo la justicia va a defender a las víctimas y dejar de garantizar beneficios a los que cometen delitos?
Cuando la justicia llega tarde, no es justicia.























