Su caso fue puesto como ejemplo por Gastón Granados tras la apertura de su tercer local en pleno contexto pandémico. Conocé la historia del vecino de Ezeiza que aprovechó al máximo su oportunidad para cumplir su sueño de vida.
De hacer bolsitas de pan de un kilo a fabricar 500 kilos de harina por día en dos años. Parece un relato fantástico, propio de un guionista de cine, pero es la historia de Luis Quiroga (33), vecino nacido y criado en Ezeiza que logró inaugurar su tercer local y que pasó de vender pan bajo la lluvia a ser empleador de 12 personas.
Cuando era chico, quien hoy está casado y tiene dos hijos deseaba ir al colegio Saint Mary`s, una de las instituciones educativas de mayor renombre en el distrito, pero no pudo. La condición económica de su familia no lo hizo posible, aunque su capacidad emprendedora lo llevó a que hoy sean sus hijos quienes puedan acudir a ese establecimiento.
Previo a la pandemia, Quiroga fue colectivero, trabajo que dejó para acompañar a su mujer durante el embarazo, y luego remisero. Así fue como en el 2019 se cruzó con la figura de Gastón Granados, a quien encaró para pedirle por un trabajo: estábamos en enero de 2019, último año del gobierno de Macri y la realidad es que no había empleo. Le dije que me diera una oportunidad, que me ayudara porque soy una máquina de trabajar y le iba a demostrar con actos que sería capaz de progresar”.
El actual jefe de Gabinete municipal no olvidó esas palabras, le pidió un presupuesto de lo que necesitaba y le entregó unas maquinitas para comenzar su nueva labor: fabricación de pan. La actividad la inició en su propio hogar, para luego salir a las calles con frío o calor a vender su mercadería.
Menos de dos años después, Quiroga acaba de inaugurar su tercera sucursal-con confitería incluida-, en este caso ubicada sobre la calle Formosa al 695 en el barrio Villa Golf. En total, su emprendimiento familiar da trabajo a 12 personas. Entre las especialidades de la casa se encuentra el cheesecake, así como facturas de primera línea.
“La próxima meta es poner una confitería en Canning, y junto a mi mujer Noelia que es muy importante lo vamos a lograr. Es muy linda la sensación de que se puede, que no hay que abandonar los sueños”, relató con emoción un hombre que ha pasado a ser un claro ejemplo de superación.
En esa línea, quien reside en la actualidad junto a su familia en Tristán Suárez realzó la figura del jefe de Gabinete municipal: “Aunque él no me escuche, cada día que me levanto le doy gracias a Gastón, es lo más grande que hay. Uno puede tener todas las ganas de laburar, pero si carece de las herramientas para empezar es lo mismo que nada”.
Tras resaltar que “el trabajo dignifica”, Quiroga dejó en el aire un deseo final: “Mi sueño es que el Intendente venga un día a uno de mis locales a comprar, sería la frutilla del postre. Soy una persona agradecida y aun no caigo que todo esto me esté sucediendo a mi después de lo mal que la pase”.